otoño

OTOÑO: Los ciclos naturales

Todo el contento de la vida cifrase en el retorno regular de las cosas exteriores. La sucesión del día y de la noche, de las estaciones del año, de las flores y los frutos y de cuantas demás cosas se producen en épocas determinadas, para que las podamos gozar y las gocemos. W. G. Goethe.

Cada estación del año, se reflejan cambios muy significativos en el paisaje y en los inquilinos que lo habitan. Aunque nuestro propio calendario vital esté muy desconectado del calendario de los ciclos de la vida, (aquellos en los que está ordenada en total armonía la Naturaleza con el tiempo, el clima, las horas de luz, el agua, las fases solares y lunares…) todos los cambios que se suceden nos afectan y forman parte de nuestra propia Naturaleza.

Apreciando las sorpresas que se presentan a los largo de las semanas, meses y las estaciones, podemos estar más cerca de conocer cómo funciona el orden de las cosas. Y, del mismo modo, poder utilizarlo para poder poner orden en nosotros mismos.

¿Qué ocurre en cada estación del año en el bosque? 

En este artículo, hablamos sobre el OTOÑO.

Nada levanta tanto como las hojas cayendo.

Aforismo de Joaquín Araujo.

Etimológicamente, la palabra Otoño deriva del latín “autumnus” y básicamente se compone de dos palabras, aumentar (auctus) y año (annus). De ahí, que la palabra signifique el “aumento o la plenitud del año”. Dando a entender que, en este punto, el verdor de la vegetación ha llegado a toda su plenitud y ahora es el tiempo en el que empieza a descender su color verde. También, se suele decir comparativamente, que cuando las personas llegan a su madurez, están en el otoño de sus vidas, están en el auge de sus vidas.

SOLTAR – DEJAR IR – DESAPEGO

Como cada Otoño, nuestros bosques comienzan a teñirse de tonos amarillos, pardos y rojizos. Aumenta la humedad, las temperaturas bajan y las horas de luz solar disminuyen. Este último, es el condicionante más importante relacionado con la fotosíntesis y con el cambio cromático de las hojas.

La mayoría de las hojas, son de color verde por la presencia de clorofila, un pigmento que participa en el proceso de fotosíntesis. Gracias a la clorofila, las hojas transforman la energía de la luz solar, el dióxido de carbono y el agua en azúcares que alimentan al árbol. Pero, cuando los días se van acortando, la clorofila desaparece y por tanto, el color verde de las hojas, dejando que se aprecien los pigmentos naranjas y amarillos, los carotenoides, que siempre han estado allí. Y en algunas especies de árboles, como el Roble escarlata o algunos Arces, la presencia de otro pigmento, la antocianina, genera tonos que van del rojo al púrpura.

Al mismo tiempo, las ‘venas’ (haces vasculares) que llevan nutrientes a las hojas se van cerrando y, al final, cuando sopla el viento suave, éstas terminan por caerse. De esta manera, el árbol se deshace de sus hojas para ahorrar la energía y el agua que emplearía en ellas y lo reserva para mantener sus raíces vivas durante el duro invierno. 

En Otoño, la Naturaleza se desprende de lo que no es esencial. Siguiendo sus pasos, también nosotros podemos soltar lo que ya no nos sirve, dejar ir con el viento suave y desapegarnos de las formas que se han quedado estancadas, pensamientos o emociones negativos o limitantes, reforzar nuestro interior y prepararnos para empezar de nuevo.

“No puedo ser sin que las hojas vuelen y vuelvan a la tierra”

Pablo Neruda

FERTILIDAD DE NUEVOS FUTUROS

Las hojas que caen al suelo del bosque, se acumulan y generan el manto vegetal de la hojarasca, que junto con el resto de frutos madurados y culminados, alimentan el suelo del bosque y se descomponen gracias a los microorganismos descomponedores del suelo, generando así, el humus, la mejor Tierra fértil, que junto a las lluvias del Otoño, darán lugar a nueva vida y producirán los mejores nutrientes para los propios árboles, los cuales, reciben a través de las raíces. Además, la misma hojarasca es esencial para el suelo, ayuda a mantenerlo húmedo, impidiendo la evaporación, lo abriga y protege de variaciones bruscas de temperatura y contribuye de forma notable, por otra parte, a controlar la erosión del terreno. A parte, millones de nematodos, insectos, hongos y bacterias viven entre y dentro de esta hojarasca.

ciclo de colores natural del otoño
Foto: Pinterest

Los árboles, son seres consumidores capaces de consumirse a ellos mismos en un ejemplo de sostenibilidad y generosidad, creando un ciclo cerrado de vida-muerte-vida que nunca se agota y que no precisa de la detracción de recursos externos para el mantenimiento de su propio equilibrio

La Naturaleza ofreciendo maestría de cómo debe de ser un reciclaje perfecto. Además, de ayudarnos a normalizar el sentido de la muerte y del fin como el mismo acto que se transforma en nuevos futuros y vida de nuevo. Es habitual encontrar festividades y ritos relacionados con la muerte y el renacimiento a lo largo de esta estación. Por ejemplo, las celebraciones tradicionales del Día de los Muertos en México o el Día de los Santos difuntos en España.

Por otro lado, el humus forestal aumenta con los años y se hace, por tanto, más grande y grueso. Un suelo maduro es más fuerte, pleno, potente, nutritivo y sustentador con el paso de los años. Y por tanto, está más vivo, en cantidad y calidad. Que el Otoño haga sentirse más joven y no más viejo a todos aquellos temerosos por cumplir años.

Cada día que pasa eres más joven

Rainer Maria Rilke

COSECHA FRUTOS – SIEMBRA SEMILLAS

La maduración de gran cantidad de frutos durante la estación del Otoño como las castañas, avellanas, almendras, aceitunas, bellotas, uvas o granadas proporcionan una gran ayuda para aquellos animales que aún siguen recolectando nutrientes con los que tener la despensa llena que les mantenga durante el duro invierno.

La otoñada, que significa ‘sazón de la tierra y abundancia de pastos en el Otoño’, históricamente ha sido relacionada con el tiempo de cosecha, de hacer acopio de alimentos y bienes para la llegada del invierno. De ahí que existan muchas tradiciones que estén ligadas a la importancia de la recolecta de alimentos de cara al invierno, como el Día de Acción de Gracias en EEUU, el Magosto para celebrar la recogida de castañas, la fiesta de la vendimia con la recolección de la uva como ejemplos que ocurren en España, el Samhain o festividad que servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta, además de ser considerada como el ‘Año Nuevo Celta’ o la Fiesta del Medio Otoño que coincide con la recolección del maíz, como ejemplo de actividad popular y tradicional en China.

Pero el otoño también, es período en el que la arboleda, a través de esta culminación de sus frutos y semillas, devuelve a la tierra algo de lo mucho que ha recibido. Los árboles se plantan a ellos mismos. 

Un buen momento para pararnos y preguntarnos sobre los frutos personales que estamos teniendo, agradecer y honrar lo que tenemos y para pensar qué tipo de semillas nuevas queremos seguir sembrando en nuestro día a día.

INTUICIÓN

Esta estación, es momento de transición en el que la savia de las hojas se desplaza hacia el tronco y las raíces y se acumula en sus células para tener reservas de nutrientes suficientes que ayuden al árbol a pasar el invierno. Mientras todo parece morir a su alrededor y las horas de luz se acortan, los árboles y plantas se aferran a su centro, a sus raíces. Comienza el viaje de vuelta y descenso hacia dentro.

En la filosofía China, el otoño es una estación Yin (fuerza que contrae con el frío, la oscuridad, la pasividad, la quietud) tendente a lo receptivo, a la intuición y a la interiorización. Es el momento ideal para replegarnos hacia nuestro interior, cultivar nuestro aspecto más receptivo, descansar, practicar la quietud y dormir más, conservar la energía y el calor y abrigarnos física y emocionalmente.

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